Peste porcina y jabalíes, la tormenta perfecta

Escrito el 13/12/2025
Sergi Alcalde

Prácticamente todos los que vivimos en el área metropolitana de Barcelona nos hemos topado alguna vez frente a frente con un jabalí. Quizá no en el centro de la ciudad—donde estos animales sí que se aventuraron durante la pandemia—pero sí en los alrededores, o en las inmediaciones de un parque natural o fluvial. Cuando cae la noche no hace falta irse demasiado lejos; yo mismo me di de bruces una vez con una extensa familia de cerdos que escudriñaban el paseo marítimo,  impasibles ante la incrédula mirada de los viandantes. ¿Qué ha sucedido para que las poblaciones de estos animales se hayan multiplicado tan fácilmente? ¿Por qué han perdido el miedo a los humanos? ¿Hasta qué punto pueden representar una amenaza?

Cuatro veces más jabalíes que hace 20 años

Hace dos decenios la población de jabalíes se restringía a algunas zonas forestales del sudoeste del Sistema Central, algunas zonas boscosas del Sistema Ibérico y la depresión del Ebro. Hoy su número se ha multiplicado por cuatro. Hace unos años el Ministerio de Agricultura cifraba en 1.200.000 ejemplares, aunque advierte que  hoy sus poblaciones actuales podrían superar los 2 millones de ejemplares, cuatro veces más que hace 20 años. Eso no es todo, pues su número no deja de crecer. ¿A qué se debe?

Carme Rosell, bióloga experta en gestión de fauna perteneciente a la consultora ambiental Minuartia, explicaba hace unos años en este reportaje firmado por Eva van den Berg que estos animales han encontrado el terreno totalmente despejado para su expansión. “Han accedido a una despensa gigantesca: nuestros campos de cultivo y los residuos orgánicos de las ciudades.  Nada limita su aumento poblacional de manera efectiva: no tienen depredadores; la superficie de su hábitat natural, el bosque, es cada vez mayor, y los inviernos son menos fríos.Pero hay otro factor esencial: han perdido el miedo al ser humano", advertía la científica.

¿Qué perjuicio causan estos animales salvajes? Principalmente, daños en los cultivos y el mobiliario urbano, además del consecuente peligro para humanos, especialmente a personas vulnerables o mascotas. Pero también accidentes de tráfico—solo en Cataluña se contabilizaron el año pasado un total de 3.625 atropellos, unos 10 diarios—y, por encima de todo, transmisión de enfermedades, como la resucitada peste porcina africana, un virus endémico de este continente que se introdujo en Europa desde Asia que tiene un caldo de cultivo perfecto con la expansión de estos cerdos salvajes.

El brote actual  se desató precisamente en una zona del área metropolitana de Barcelona donde en los últimos años la presencia de jabalíes ha aumentado exponencialmente. Como respuesta, las autoridades han perimetrado el recinto y trabajan conjuntamente con las instituciones científicas para esclarecer el detonante del brote

Solución: unas ciudades menos atractivas para los jabalíes

Sin embargo, más allá de las especulaciones sobre el origen del brote, el ayuntamiento de la ciudad lleva años informando a la población sobre cómo actuar ante la presencia de jabalíes. Por ejemplo, no dar de comer a los animales, alejarse a distancias prudenciales o esconder la comida en casos de encontrarse en una zona de pícnic. Pero, más allá de nuestro comportamiento para evitar la incursión de estos animales, deberíamos pensar en cómo transformar nuestros espacios urbanos para hacerlos menos atractivos para estos animales salvajes.

¿Cómo se consigue? Las autoridades ponen sobre la mesa distintas posibilidades. Por ejemplo, crear zonas verdes con especies menos atractivas para los jabalíes (por ejemplo, se sabe que tienen predilección por las orquídeas)  instalar papeleras que no puedan volcarse o comederos inaccesibles para ellos. Pero sobre todo, tal y como recordaba la bióloga Carme Rosell, “convencer a la ciudadanía de que la cuestión no es aprender a convivir con los jabalíes, sino hacer todo lo posible para que vuelvan a vivir en el bosque y preserven su esencia más primigenia: su condición de animales salvajes".