Una audaz propuesta científica surgida de la Academia China de Ciencias sugiere que una señal de ondas gravitacionales, detectada en 2019, no provendría de nuestro universo... sino de otro.
Esa señal, conocida como GW190521, fue detectada por los prestigiosos observatorios LIGO y Virgo. Fue un destello breve, fugaz, casi como si el universo hubiera exhalado un aliento repentino.
Las ondas gravitacionales son vibraciones en el tejido del espacio-tiempo, algo así como las ondas que se forman en la superficie de un estanque cuando arrojamos una piedra, pero propagándose por el universo entero. Fueron predichas por Albert Einstein hace más de un siglo como parte de su teoría de la relatividad general, aunque no fueron detectadas directamente hasta 2015.
A diferencia de otras ondas gravitacionales observadas anteriormente, esta no mostró el característico aumento progresivo en frecuencia que precede la colisión de dos agujeros negros. Esa anomalía ha sido un puzzle sin solución clara… hasta ahora.
Un agujero de gusano
Según el nuevo modelo propuesto por el físico Qi Lai y su equipo, esa señal podría haber viajado hasta nosotros a través de un agujero de gusano. No uno metafórico, sino un túnel real en el tejido del espacio-tiempo, como los que la relatividad general permite concebir en teoría.
En su visión, el choque de objetos masivos en un universo paralelo habría provocado una perturbación que cruzó ese puente interdimensional, haciendo vibrar nuestros detectores como una campana al viento.
Los investigadores chinos crearon una simulación teórica de cómo sería la forma de onda resultante si realmente proviniera de un agujero de gusano. Al compararla con los datos reales de GW190521, encontraron una sorprendente coincidencia: el modelo encaja con una precisión comparable a la explicación convencional basada en agujeros negros binarios. Aunque esta posibilidad no puede descartarse con los datos actuales, tampoco puede afirmarse aún con certeza.
Energía negativa
Para que semejante túnel cósmico pudiera permanecer abierto el tiempo suficiente como para que la onda gravitacional lo atravesara, sería necesario un ingrediente exótico: materia con energía negativa, algo que hasta hoy sigue siendo puramente teórico. Esta "materia exótica" no se ha detectado nunca, pero ha sido considerada en múltiples modelos de física avanzada, especialmente en contextos de cosmología cuántica y teorías de gravedad modificada.
Frente a esto, los físicos se dividen entre la cautela y el entusiasmo. La señal sigue siendo objeto de debate dentro de la comunidad científica, y la hipótesis aún debe atravesar la rigurosa prueba de la revisión por pares.
Así, el verdadero valor de esta propuesta no está necesariamente en su veracidad inmediata, sino en su capacidad de abrir caminos. Si algún día se lograse confirmar la existencia de agujeros de gusano funcionales (y más aún, si estos conectaran universos), estaríamos ante una revolución sin precedentes.
No solo cambiaría nuestra concepción del cosmos, sino también del lugar que ocupamos en él. Mientras tanto, el universo guarda sus secretos. Y tal vez, muy de vez en cuando, nos permite escuchar un eco lejano... como si nos guiñara un ojo desde el otro lado del velo cósmico. ¿Fue la señal de GW190521 un error, una coincidencia... o una invitación a soñar más allá de lo imaginable? El tiempo, y la ciencia, nos darán la respuesta.
